lunes, 26 de octubre de 2015

Escorpio, Leyenda de Artemisa

Zeus, padre de dioses y hombres, gobernaba en el Olimpo, supervisaba el universo y era el dios del cielo y el trueno. Estaba casado con Hera, aunque era conocido por sus numerosas aventuras y amantes. Fruto de esos encuentros amorosos nacieron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone…

Esta vez había intentado seducir a una ninfa llamada, Asteria, que se había escapado transformándose en codorniz, arrojándose al mar y convirtiéndose en la isla errante de Delos, una isla que cambiaba constantemente de posición en el mar, con la intención de que Zeus no volviera a encontrarla.
 Isla errante de Delos


Al no conseguir seducir a Asteria, Zeus lo intentó con Leto, su hermana, quedando ésta embarazada.

Cuando Hera descubrió que Leto estaba embarazada y que su marido, Zeus, era el padre, prohibió que Leto diera a luz en tierra firme, en continente, o en cualquier isla del mar.

La joven inició entonces una larga peregrinación por diversas regiones, pero en todas ellas, temerosos de despertar la cólera de Hera, rechazaban darle acogida.

Entonces Leto encontró la isla flotante de Delos, que no era un continente ni una isla real, un lugar que cambiaba constantemente de posición en el mar y que, en consecuencia, le permitiría escapar con más facilidad de la venganza de Hera, si llegaba a encontrarla.

Hera, celosa y vengativa, trató de impedir el nacimiento, prohibiendo a su hija Ilitia, diosa de los partos, que la atendiera. Cuando ya tenía Leto un retraso de 9 días, sus terribles dolores conmovieron a los demás dioses, y consiguieron que diera a luz a los dos hijos que llevaba en sus entrañas. Primero nacería Artemisa, y después su hermano Apolo. La leyenda cuenta que Artemisa tuvo que ayudar a su madre en el alumbramiento de su hermano, tales eran sus dolores, debido al retraso acumulado en el parto.

Zeus, agradecido por haber acogido el nacimiento de sus hijos, puso fin al peregrinar eterno de la isla de Delos, la fijó en el Océano y la rodeó de cisnes, protegiéndola de las posibles represalias de su celosa esposa. 

Posteriormente, la isla de Delos sería consagrada al culto al dios Apolo, llegando a convertirse en uno de los santuarios más importantes de esta divinidad.

Delos  

Artemisa le pidió a Zeus que le concediese el permanecer virgen y poder vivir en los bosques, ser protectora de los animales salvajes, y Dadora de Luz en la oscuridad. Zeus complacido le otorgó a su hija esos dones, pero Artemisa tenía una petición más, deseaba poder ayudar a aliviar el dolor a los mortales, incluidos los dolores de parto (recordaba bien lo sufrido por su madre).

Entonces, Zeus le regaló un arco muy especial, refulgía en las noches y portaba unas flechas que aliviarían los males a quien Artimisa disparara o precipitaría el desenlace rápido si el mal era irremediable.

Diosa Artemisa


Artemisa viendo cumplidas sus peticiones vivió a partir de entonces en los bosques que tanto amaba, rodeada de ninfas y dríades que llegaron a formar su séquito.

Una noche, Artemisa vio aparecer un temible gigante, era Orión, hijo de Poseidón, el dios del mar. Tenía una altura imponente, tanto que podía caminar por el fondo del mar y las aguas no llegaban a cubrirle la cabeza. Deambulaba lleno de rabia. El rey de la isla Quíos le había traicionado. Orión había pedido la mano de su hija, la princesa, a cambio de hacer un trabajo para el rey. Debía matar todos los animales que asolaban las cosechas de Quíos, pero cuando regresó con el trabajo hecho, el rey se echó atrás y no consintió la boda.

Orión colérico, viendo la traición, siguió matando a todos los animales que se encontraba a su paso. Artemisa lo vio, e intentó detenerlo, pero estaba demasiado furioso e intentó atacarla a ella también.

El único animal que quedaba vivo en la zona fue un escorpión, que viendo en peligro a la diosa protectora de los animales, picó en el talón a Orión, transmitiéndole todo su veneno.




Orión cayó al suelo, envenenado y con terribles dolores. Artemisa no podía consentir tal sufrimiento y le lanzó una de sus flechas. Orión se desvaneció en la arena y subió al firmamento en forma de constelación.

Poseidón enfurecido, quiso vengar la muerte de Orión dando muerte al escorpión que había logrado matar a su hijo, pero Artemisa, agradecida por la protección que le había brindado el escorpión, le disparó otra de sus flechas y a partir de entonces formó parte también de las constelaciones que adornan el cielo nocturno.

Cuenta la leyenda que desde entonces, el Escorpión nunca dejó de perseguir a Orión, y por ello es que cuando Escorpión sale en el cielo, Orión se oculta al otro lado huyendo de él para toda la eternidad...



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