La elaboración de los escritos, en cualquier época de la historia, siempre ha ido acompañada por una serie de herramientas y materiales que facilitaba la labor del escribano.
Primeramente hay que entender que para la elaboración de cualquier escrito siempre ha sido necesaria la presencia de tres elementos fundamentales:
- Lámina o superficie sobre la cual escribir.
- Plumas o estiletes con los cuales trazar las letras y símbolos.
- Tintas o colores para aplicar sobre la superficie.
De entre todas las superficies, las más comunes usadas a lo largo de la historia para plasmar los escritos han sido:
La piedra y el barro cocido, usados de forma regular desde la invención de la escritura.
Láminas metálicas, especialmente las de bronce que tuvieron gran repercusión en la cultura romana.
Tablas de madera encerada, muy usadas por los griegos y los romanos, éstas tuvieron tal aceptación que se estuvieron usando durante toda la edad media.
El papiro, formado por tiras vegetales, constituyó el obligado uso de los volúmenes en la civilización egipcia desde unos 3000 años a.C.
Las pieles y especialmente el pergamino, que se trata de una piel adelgazada, material del cual se sirvieron griegos y romanos y fue la más importante en los códices medievales. En este punto cabe mencionar la importancia de un tipo especial de pergamino, la vitela, más fino y delicado, elaborado con piel de ternera, era la mas selecta superficie dónde plasmar los escritos.
El papel, fabricado con pasta vegetal, esencialmente algodón, lino o cáñamo. De procedencia oriental e introducida en Europa a principios del siglo XIII y generalizado su uso a mediados XIII.
Por otro lado, a la hora de hablar de los instrumentos para escribir, cabe destacar los siguientes:
Cinceles, buriles y estilos, para la escritura en seco. Se le dio nombre de estilo a un punzón elaborado con hueso, marfil o bronce (graphium) con el cual se escribía rallando las tablas enceradas.
El cálamo, procedente del antiguo Egipto, se trataba de una especie de caña vegetal, semejante a las plumas de acero.
Las plumas de ave, especialmente la pluma de oca la cual fue muy usada en los papiros del antiguo Egipto. No obstante no se dio a conocer en Europa hasta principios del siglo VI, popularizándose su uso en toda la región.
La pluma metálica, que aparecieron por primera vez a mediados del siglo XVI siendo su proceso de elaboración artesanal. Posteriormente éste proceso se industrializaría.
El bolígrafo, vio su luz a partir del siglo XX consistente en una carcasa con un depósito de tinta en su interior que se aplica sobre la superficie mediante una bola giratoria.
La tinta negra, formada por negro de humo y goma disueltos en agua o vinagre para hacerla indeleble.
La tinta roja, la cual se formaba con minio, bermellón o púrpura. La tinta roja solía usarse en títulos o encabezamientos y advertencias de ahí provino la palabra rubrica.
También se usaron tintas azules y verdes, provenientes de substancias minerales o vegetales, así como tintas de oro y plata usando polvo de éstos metales.
Todo ello da que pensar en la fantástica cultura que hay entorno a la escritura que, desde hace siglos, ha enmarcado a la sociedad.
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