viernes, 13 de mayo de 2016

EL VIERNES 13 QUE CAMBIÓ LA HISTORIA. LA MALDICIÓN DE LOS TEMPLARIOS.




El temor por los viernes 13 tiene su epicentro histórico en una fecha que quedó marcada por el misterio y la traición: el viernes 13 de octubre de 1307. En la madrugada de este día, el Rey francés Felipe IV inició una brutal persecución contra la Orden de los Caballeros Templarios, que provocó el arresto masivo de sus miembros.
Felipe IV El Hermoso, persuadió al Papa Clemente V para que iniciase un proceso contra los templarios acusándolos de sacrilegio a la Cruz, herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos a través de la práctica de ritos heréticos. No obstante, se trataban de falsedades sin base alguna para ocultar las verdaderas causas de carácter económico. El Rey de Francia ambicionaba acabar con la poderosa y acaudalada orden militar, convertida en el principal prestamista de la Corona Francesa y de otros países europeos.





Aconsejado por su ministro Guillermo de Nogaret, Felipe IV despachó correos a todos los lugares de su reino con órdenes estrictas de que nadie los abriera hasta la noche previa a la operación: el jueves, 12 de octubre de 1307. Los pliegos ordenaban la captura de todos los templarios y la requisa de sus bienes.  El 12 de octubre de 1307, a la salida de los funerales de la condesa de Valois, el gran maestre, Jacques de Molay y su séquito fueron arrestados y encarcelados. Durante la madrugada del viernes 13, la mayoría de los templarios franceses fueron apresados y sus bienes confiscados bajo pretexto de la Inquisición.






LA MALDICIÓN DEL ÚLTIMO MAESTRE
En 1314, Jacobo de Molay, Godofredo de Charney, maestre en Normandía, Hugo de Peraud, visitador de Francia, y Godofredo de Goneville, maestre de Aquitania, fueron condenados a cadena perpetua, (ya que mediante tortura, la Inquisición había obtenido las declaraciones que deseaba); gracias a la intermediación del Papa y de importantes nobles europeos. No en vano, encima de un patíbulo alzado en Notre-Dame, donde se les comunicó la pena, los máximos representantes de la orden renegaron de sus confesiones: "¡Nos consideramos culpables, pero no de los delitos que se nos imputan, sino de nuestra cobardía al haber cometido la infamia de traicionar al Temple por salvar nuestras miserables vidas!"




Ante esta declaración afirmada a voz en grito desde el propio patíbulo, aquel mismo día, se alzó una enorme pira en un islote del Sena, donde los cuatro dirigentes fueron llevados, esta vez sí, a la hoguera. Según se cuenta la Leyenda, antes de ser consumido por las llamas, Jacques de Molay se dirigió a los hombres que habían perpetrado la caída de los templarios: 
"Morimos inocentes, Dios conoce que se nos ha traído al umbral de la muerte con gran injusticia, pero hay en el cielo un Juez Supremo que nunca desoye las apelaciones de los débiles. ¡Ante ese Tribunal emplazo al Papa de Roma para dentro de cuarenta días! En cuanto a vos, Felipe, sería inútil concederos mi perdón, pues sois ya reo del infierno. ¡Os espero ante el Juez Supremo en el plazo de una año!"
No podemos saber con seguridad si fue debido a la Maldición de Jacques de Molay o no, pero lo cierto es que antes de un año fallecieron tanto Felipe IV como Clemente V.





Si os apasiona la historia de los Caballeros Templarios tanto como a nosotros, no os perdáis la réplica de la Espada Templaria que tenemos a vuestra disposición en Tierra de Leyendas, ¡podréis tener un pequeño retazo de los templarios en vuestra propia casa!